MURALLAS de ÁVILA


l pasado remoto de la ciudad ha ido retrotrayéndose a medida que se ha podido ir investigando, principalmente gracias a la arqueología, y ya sabemos que en este lugar hubo poblamiento en épocas prehistóricas. Sin embargo, comenzó a tener un mayor auge en época romana. No hubo de ser una gran ciudad pero si hay indicios de que, en aquella época y a partir del S.I antes de Cristo, la mitad oriental del actual recinto amurallado estuvo poblada.

¿Pero este núcleo contó con muralla defensiva? La aparición de algunos restos de muros en la Puerta de San Vicente y del Alcázar y la propia lógica de que se tratase de defender el enclave, hacen pensar en que sí. Por el contrario, es difícil considerar que la cerca que existió se eliminó a asimiló de tal forma que apenas se entrevea hoy en día. En este apartado se intenta dar luz sobre este oscuro período de la historia de la capital abulense.

Acerca del origen de la muralla de Ávila. Según la tradición, en la Edad Media fueron dos maestres de geometría, uno romano y uno francés, los que dirigieron la construcción de la muralla medieval que duró nueve años. Esta leyenda resulta poco verosímil. Hay que considerar que hubo una primera muralla más antigua y que se trata de un edificio “vivo”, con numerosas ampliaciones, reconstrucciones y reparaciones.

Es difícil elucubrar acerca de la primera muralla abulense, partiendo de que existió una anterior a la medieval. Sin embargo, si existen indicios de una cerca antigua, normalmente considerada como de datación romana. Con anterioridad, el actual emplazamiento de Ávila hubo de estar poblado: se han localizado muestras cerámicas en puntos dispersos de la actual ciudad como en el entorno de la Calle Cruz Vieja (al lado de la Catedral) o del Monasterio de Santo Tomás que indican, respectivamente, un poblamiento prehistórico durante el Calcolítico (III milenio a.C.) o la Edad del Bronce Final (1250-800 a.C.). Y es que el Valle de Amblés, en el que se localiza la ciudad, estuvo plagado de asentamientos de diferentes cronologías (desde el Paleolítico a la Edad de Hierro) y un altozano como el que sirve de asiento a la ciudad, no pudo pasar desapercibido.

Cerámica con decoración de boquique prehistórica

Cerámica con decoración de boquique prehistórica

Cerámica con decoración de boquique prehistórica

Sin poder asegurar el tipo de poblado preexistente, lo cierto es que la ocupación romana, poco a poco, ha podido verificarse gracias, principalmente, a la arqueología. Lejos quedan ya las referencias mitológicas al origen de la urbe por la fundación de un hijo de Hércules y que “Ávila” fuera el nombre de la mujer de este héroe. Pese a ello, aún hay discrepancias entre aquellos que consideran que Ávila pudo ser un oppidum previo o no. Para entenderse, un oppidum era un asentamiento de población indígena de cierta envergadura (en este caso, los vettones que eran los que ocupaban la zona) dotado de algunos elementos defensivos.

El problema es que no existen pruebas definitivas de que Ávila tuviera ese origen indígena aunque tampoco que los romanos la fundaran. Así que, lo más prudente, es considerar una teoría intermedia: con la llegada de los romanos a esta zona, el núcleo se potencia (ya que si estuvo poblado en tiempos más remotos) y pasa a ser un asentamiento medio, no una urbe, pero si con una cierta importancia a nivel regional. El grueso de la población era indígena bajo el control ejercido por los romanos. Y los vestigios que aparecen en el subsuelo urbano, hacen pensar que el poblamiento se concentró en el extremo norte y este del recinto amurallado (desde el Mercado Chico hasta el lienzo oriental). Hasta en veintitrés puntos de este área se han localizado restos edilicios asociados a un momento romano, predominando los altoimperiales, encuadrados entre la mitad del S.I a.C. y principios del S.III d.C., destacando los restos de mosaicos romanos encontrados en el antiguo Hotel Continental, en la Plaza de la Catedral.

Y en esta zona convivió población vettona y romana, produciéndose esa mezcolanza tan característica del mundo romano con lo autóctono pero ¿precisaron de una muralla que los protegiera? Nos situamos en el siglo S.II a.C.
Inscripción romana embutida en muro de la Ermita de las Vacas Restos de muros romanos aparecidos en C/Cruz Vieja, 1
Inscripción romana embutida en muro de la Ermita de las Vacas Restos de muros romanos aparecidos en C/Cruz Vieja, 1

La muralla romana. La conquista romana no fue cruenta: se produciría hacia el 154 a.C. y los vettones debieron reconocer la superioridad militar de los invasores sin grandes enfrentamientos. Si hubieran seguido habitando en castros como el de Ulaca o el de la Mesa de Miranda, los romanos habrían tenido la amenaza de que se rebelasen así que debieron incitar a que los abandonasen. Y es probable que muchos de ellos pasaran a habitar Obila, urbe citada por el historiador Ptolomeo, de una forma más o menos voluntaria ya que la urbe resultaba más segura frente a otros peligros y un centro con cierto dinamismo.

Los únicos indicios de una posible muralla romana serían unas superposiciones de sillares que se han localizado en la Puerta de San Vicente y del Alcázar en sendas intervenciones arqueológicas. Sin embargo, estos restos no se pudieron asociar a niveles de ocupación claros. A eso hay que unir el que su potencial trazado no está muy claro: no es asumible que tuviera el mismo enorme perímetro de la cerca actual. Se ha venido valorando que cerrase por el oeste por la línea vertical que traza la calle Tres Tazas y que el resto de flancos coincidiesen con la que conocemos. En realidad, habría que pensar que no se llega a destruir la defensa romana sino que la medieval la “absorbe”.

Sin embargo, no se ha podido comprobar en ningún tramo que exista esta base romana: si hubiera tenido cierta entidad, habría restado algún indicio no así si se tratase de una mera empalizada con un zócalo de piedra en la base. Unas hiladas de apenas un metro de alzado en las dos puertas citadas, no son suficiente indicio como para considerarlas como el cimiento de una muralla, una muralla que debería haber dejado más huella en la actual.

Restos del hábitat romano aparecido en las Huertas de San Nicolás.
Restos del hábitat romano aparecido en las Huertas de San Nicolás. Torre cuadrangular embutida en el flanco derecho de la Puerta de San Vicente

Restos del hábitat romano aparecido en las Huertas de San Nicolás.
Torre cuadrangular embutida en el flanco derecho de la Puerta de San Vicente

De las intervenciones arqueológicas anteriormente citadas, lo más llamativo fue la aparición en la Puerta de San Vicente de sendos verracos a ambos lados de la zona de paso, uno “in situ”, tallado sobre la roca y otro desplazado. Ello permitiría deducir que flanqueaban un acceso, mezclando la tradición indígena de los vettones que los tallaban desde hacía siglos con la civilización romana que predominaba en aquel momento. Y es que durante la dominación romana se siguieron esculpiendo estos tótems y ya no sólo para utilizarlos como señales de parajes con buenos pastos sino, también, como elementos ornamentales.

Torre cuadrangular embutida en el flanco derecho de la Puerta de San Vicente

¿Pero qué sentido tendrían si la muralla no era tal? Si nos guiamos por lo aparecido en la intervención arqueológica llevada a cabo en el Palacio de los Sofraga donde se reconoció un tramo de calzada de época imperial, estos verracos servirían como hitos pero no necesariamente asociados a una muralla sino, quizás, a una zona de paso o magnificando un acceso.

Desde luego, si existió no fue una muralla de gran envergadura ya que la ciudad tampoco lo era. No dejaba de ser una ciudad que debía pagar tributo y cuyos habitantes eran extranjeros no-ciudadanos. Por tanto, no debe pensarse en la imagen que habitualmente tenemos de una urbe romana sino de una pequeña comunidad que no alcanzó la categoría de municipio.

Torre cuadrangular embutida en el flanco izquierdo de la Puerta de San Vicente

En la Avila, Avula u Obila romana, había zonas residenciales y productivas. De las primeras se han hallado indicios en la zona de San Vicente y aledañas (se pueden contemplar restos edilicios en el musealizado Jardín de Prisciliano) y en solares de la Calle Caballeros o Vallespín. Y de un área habitacional y también productiva son los restos aparecidos al lado del río Adaja en las Huertas de San Nicolás que se adscribirían a la relativa prosperidad del núcleo de población en torno al S.I y II d.C.

Torre cuadrangular embutida en el flanco izquierdo de la Puerta de San Vicente

Torre cuadrangular embutida en el flanco izquierdo de la Puerta de San Vicente

Quizás, como no era reconocida como ciudad romana, no contó con los grandes edificios que solían ocupar el forum o plaza de la urbe aunque si se ha documentado algún resto llamativo como la basa de una enorme columna (aparecida en un solar sito en C/Alemania) que bien podría formar parte de un templo o un edificio administrativo.

¿Una muralla visigoda?

Tal y como se ha anotado en el apartado anterior, la existencia de una muralla romana resulta muy difuminada y, sobre todo, no podría entenderse como la base de la actual defensa.

Los siglos siguientes al S.III son convulsos con el declive del imperio romano y las incursiones invasoras de pueblos bárbaros. Ávila continuó estando poblada como lo demuestran indicios, sobre todo cerámicos, localizados en diferentes excavaciones. Y Ávila era una capital de cierta importancia en el siglo VI y VII, ya en época visigoda. Surge, de nuevo, la duda acerca de cómo se defendería el núcleo frente a las continuas amenazas. Y la clave parece ser las torres cuadrangulares que encontramos embutidas en los torreones que delimitan las puertas del tramo orient La aparición de un triente (moneda) de oro visigodo demuestra la pujanza de la ciudad visigoda de Ávila habida cuenta de su carácter excepcional.

La aparición de un triente (moneda) de oro visigodo demuestra la pujanza de la ciudad visigoda de Ávila habida cuenta de su carácter excepcional.

La aparición de un triente (moneda) de oro visigodo demuestra la pujanza de la ciudad visigoda de Ávila habida cuenta de su carácter excepcional.

Para algunos autores, éstas corresponden a una defensa destinada a frenar los ataques suevos del S.V. Sin embargo, para otros, existen argumentos que contradicen esta explicación y tienden a considerar que estas primeras torres, integradas en una muralla antigua, deberían encuadrarse cronológicamente en los albores de la Edad Media, hacia el S.XI o principios del S.XII.

Estas torres no son romanas porque reutilizan elementos funerarios romanos. Y en los lienzos oriental y meridional existe un gran número de sillares REUTILIZADOS. Están dispuestos en hiladas pero no coinciden en disposición ni dimensiones. Ello se debe a que son piezas provenientes de alguna edificación romana previa que habría sido desmantelada. Tampoco tuvieron impedimento en utilizar estelas funerarias del antiguo cementerio de aquella época que, se cree, se localizaba en la zona de la Basílica de San Vicente.

Verraco aparecido “in situ” (Puerta San Vicente). Al fondo y con tonalidad ligeramente más clara, sillares de cronología romana.

La posibilidad de que se trate de los torreones de una defensa del S.V tendría su correlación con algunos yacimientos existentes en las inmediaciones como lo es el de Navasangil, un asentamiento de tipo medio a unos veinte kilómetros de la capital. Se trata de un asentamiento defensivo tipo castreño que se fortifica y concentra población por las amenazas existentes en aquel momento. Pero Navasangil no era una capital y Ávila lo sería en mayor medida. Recurriendo de nuevo a los resultados de las intervenciones efectuadas en la Puerta de San Vicente, los materiales asociados a las torres embutidas, proporcionarían cronologías en un amplio y vago espectro que va del S.VI al S.XI.
Verraco aparecido “in situ” (Puerta San Vicente). Al fondo y con tonalidad ligeramente más clara, sillares de cronología romana. Verraco desplazado aparecido en el flanco opuesto al anterior (Puerta de S.Vicente)

En la Edad Media ,queda la muralla tal como se ve ahora.Consus lienzos y torreones y puertas principalesSe pobló en el interior yotra parte de los habitantes  a las afueras o arrabales ,en torno a las parroquias románicas,de gran auge entoncesIgualmente ,se construyó el Alcazar,la Catedral etc.Al final del medievo ,hubo modificaciones,como el cimorro que preside la cabecera de la Catedral

Generalizando, y ya desde los inicios de la Edad Media, la estructura urbana en la Meseta castellana quedaba supeditada a la presencia de un recinto amurallado. Ávila no será menos, articulándose varias causas que hicieron imprescindible su construcción: amenaza de la presencia musulmana en estas tierras, aún en el siglo XII; la inestabilidad imperante entre los reinos de Castilla y de León, en la segunda mitad del siglo XII, con los consiguientes enfrentamientos armados; la seguridad y el eficaz refugio que suponía la existencia de una potente cerca; y la exigencia de su presencia como necesaria e indispensable condición a la hora de alcanzar el estatus de ciudad, junto con la posesión de un territorio circundante sobre el que ejercer el señorío.

En su interior y en las inmediaciones de su periferia, la población se agrupaba en barrios y arrabales, respectivamente, siempre en torno a una parroquia. Al mismo tiempo, una parte de la superficie intramuros acaparaba espacios destinados al uso ganadero, junto con algunas tierras cultivables. Todo ello en pos de un posible asedio.

La muralla marcará las jerarquías y funciones de los distintos espacios urbanos. Si interiormente se desarrollaban las actividades institucionales, y buena parte de la actividad comercial y de servicios; los arrabales eran testigos de las labores artesanales y agrícolas, junto con aquellas actividades consideradas molestas (hospitales de enfermedades contagiosas, tenerías causantes de desagradables olores, y ruidosos batanes, entre otras).

Un importante complejo artesanal medieval, dedicado al curtido de las pieles, las Tenerías de San Segundo, se encuentra emplazado junto a la Puerta del Puente, documentándose su funcionamiento, a partir de las intervenciones arqueológicas, desde finales del S.XIV / principios del S.XV, hasta el último tercio del S.XVII. La singularidad de este complejo ha llevado a cursar su solicitud como Bien de Interés Cultural. Está proyectada su restauración y musealización.

«>Tenerías de San Segundo. Fuente: Ascensión Salazar Cortés

Tenerías de San Segundo. Fuente: Ascensión Salazar Cortés

La parte alta de la ciudad, tanto intramuros como el inmediato arrabal del Este (entre las iglesias de San Vicente y San Pedro), se constituirá como el centro de la actividad mercantil. Los grandes espacios abiertos, creados como zona urbana en el siglo XI, Mercado Grande y Coso de San Vicente fuera de la cerca, junto con Mercado Chico, murallas adentro, fueron el escenario ideal para la celebración de mercados periódicos, así como los centros neurálgicos, donde se desarrollarán las principales actividades de la ciudad.

«>Mercado Grande ante la Puerta del Alcázar

Mercado Grande ante la Puerta del Alcázar

Durante la Plena Edad Media, concretamente en los siglos XII y XIII, la ciudad es testigo de una impresionante actividad constructiva: se levantaron numerosas iglesias románicas, la Catedral, el Alcázar, el Palacio Episcopal, y la muralla con su perímetro actual. Todas estas edificaciones en simbiosis con el recinto amurallado, pues aunque la mayor parte de los templos románicos se erigieron extramuros (la causa más lógica era la falta de espacio material al interior, a la que se debe unir la oposición de la clase noble a crear murallas adentro potenciales lugares de amotinamiento por parte de la plebe), la ubicación de buena parte de ellos estará condicionada por la inminente cercanía a las puertas de los muros (San Isidoro, La Magdalena, San Pedro, Santo Tomé, San Vicente, etc.).

No faltó la construcción de algunos palacios, sobre todo a lo largo de la Baja Edad Media, ocupando el suelo próximo a los paramentos defensivos, a pesar de contravenir con ello las disposiciones reales (liberación del espacio inmediato a la cerca). Estas casonas palaciegas dejaron huellas más evidentes que las construcciones populares de la época, construidas con materiales más precarios. Se trata de paramentos de mampostería de piedra, careadas hacia los flancos, cuyos grosores rondan los 0,90m. No suelen contar con zanja de cimentación asociada, al ser levantados a partir del sustrato geológico, con la consiguiente destrucción de la secuencia estratigráfica previa.

«>Restos estructuras medievales. C/Cruz Vieja, 1 «>Planimetría estructuras medievales
Restos estructuras medievales. C/Cruz Vieja, 1 Planimetría estructuras medievales

La intensa actividad constructiva del siglo XVI, motivó la destrucción de estos edificios, y su sustitución por los palacios de las grandes familias nobiliarias del momento, construidos bajo la moda renacentista. El proceso seguido era el siguiente:

  • – Demolición de las estructuras medievales una vez abandonada la edificación, con reaprovechamiento del material constructivo.
  • – Aporte de rellenos para la regularización del terreno.
  • – Construcción de paramentos del edificio de nueva planta.

Algunos ejemplos documentados en el solar abulense serían el Palacio de Núñez Vela, Antiguo Convento de los Padres Paules, Palacio de los Verdugo, etc; sin que falten al exterior del recinto: Palacio de los Serrano.

En cuanto a los sectores de la sociedad, estos se repartirán las diferentes labores que posibilitarán el perfecto mantenimiento y funcionamiento de las defensas. Así, unos cumplían con las obligaciones de carácter militar (nobles y cristianos viejos de la ciudad), otros abastecían del material necesario para el continuo mantenimiento de la cerca (habitantes del campo circundante y los judíos), y otros ponían la mano de obra necesaria para atender las necesidades de la muralla (los campesinos y sobre todo los musulmanes).

Dentro de estos grupos, fue la comunidad mudéjar (musulmanes que habitaban en territorio cristiano), la más popular, alcanzando gran importancia e influencia. Los primeros musulmanes, la mayor parte como cautivos y destinados sobre todo al acarreo de piedra en las construcciones que en estos momentos empapan la ciudad (murallas, catedral e iglesias románicas), hacen su aparición en Ávila entrado el siglo XII. Los mudéjares abulenses levantaron mezquitas que utilizaban como centro de oración y reunión de la comunidad. Durante los siglos XIV y XV, y a partir de las fuentes documentales (tras la expulsión fueron desmanteladas, reutilizando sus materiales constructivos en otras edificaciones), tenemos constancia de cuatro mezquitas: la de la villa o San Esteban (intramuros); la de la Solana, a los pies del Alcázar, donde posteriormente se levantará el Convento de Gracia; el Almají de la Alquibla, posiblemente situado en la actual calle Empedrada; y el de la morería del Berrocal, ambos al sur de la ciudad.

La principal prueba de la relevancia de este grupo, quedó atestiguada por la excavación arqueológica del cementerio musulmán, situado extramuros, entre la iglesia de San Nicolás y el río Adaja. Esta maqbara (nombre que reciben los cementerios musulmanes) con más de 3.000 sepulturas documentadas, y vigencia durante los siglos XII-XV, nos habla a favor de su ineludible importancia.

«>Maqbara o Cementerio Musulmán

Maqbara o Cementerio Musulmán

Huellas de la labor de los alarifes mudéjares en la muralla, encargados de poner la mano de obra, tan solo es evidente en los detalles decorativos presentes en las partes altas de cubos y lienzos (sobre todo en los lienzos norte y oeste). Se trata de frisos en ladrillo rojo con motivos de inspiración mudéjar (esquinillas, sardineles, espigas, encintados…), que recorren dichos paramentos, un metro por debajo de las almenas. A ellos habría que unir los arquillos, también construidos en ladrillo, que aparecen recuadrados con un alfiz del mismo material en algunas de las escaleras de comunicación entre el adarve y la plataforma de los cubos. El resto de la muralla, y a pesar de la numerosa mano de obra aportada por los alarifes musulmanes, está levantada en un sobrio estilo cristiano.

«>Frisos de ladrillos en lienzo septentrional «>Detalle decoración en esquinilla
Frisos de ladrillos en lienzo septentrional Detalle decoración en esquinilla

La Muralla Medieval

En estos momentos la muralla adquiere el perímetro actual (en torno a los 2,5 km.), con sus 88 torreones, si tenemos en cuenta el demolido con motivo de la construcción de la Capilla de San Segundo (en los años finales del siglo XVI y con consentimiento de Felipe II). El posible cubo 1, que estaría en el espacio ocupado por el presbiterio de la Capilla Mayor de la Catedral, habría sido suprimido al construir la cabecera del templo románico. La última intervención arqueológica llevada a cabo en el citado presbiterio, y en el punto donde se alcanzó la cota del sustrato geológico, no rindió evidencias de restos atribuibles al lienzo que uniría el desaparecido cubo 88 y el presumible Cubo 1. Siendo poco factible que la trayectoria de dicho paramento, salvara ligeramente la zona sondeada, queda dentro de lo probable que la muralla, en su paso por el presbiterio, fuera totalmente desmontada, reaprovechándose el material pétreo.

«>Intervención Arqueológica en el Presbiterio de la Capilla Mayor de la Catedral de Ávila. Fuente: Archivo Catedral

Intervención Arqueológica en el Presbiterio de la Capilla Mayor de la Catedral de Ávila. Fuente: Archivo Catedral

No cabe duda de la existencia de un amurallamiento previo, en el siglo XI o principios del XII. Estos muros, en parte, se levantarían sobre los restos más potentes y mejor conservados de la cerca de la etapa visigoda. Ya hemos apuntado que existen posibles indicios, aunque muy vagos, de una cerca antigua de datación romana. Restos que en ningún momento se pueden asociar a niveles de ocupación claros.

Sobre la existencia de una muralla visigoda, que hiciera frente a las amenazas latentes en los siglos VI y VII, nos hemos apoyado en las torres cuadrangulares que actualmente se encuentran embutidas por cubos semicirculares, y que flanquean la Puerta de San Vicente y del Alcázar (quizás también al interior del Episcopio, junto a la torre nº 4). Frente a los autores que las sitúan como defensas contra los ataques suevos del S. V; otros, y en virtud de los trabajos arqueológicos (material cerámico asociado, marcas de cantero…), las sitúan cronológicamente en los inicios de la Edad Media.

Las indiscutibles murallas medievales, y a partir de un trazado previo, al menos en su flanco oriental, se extendieron en dirección oeste, apoyándose en dos escarpes rocosos, más o menos paralelos (lienzos septentrional y meridional), adaptándose en su extremo más occidental al cauce del río Adaja. Primero se construyó el tramo oriental, el más expugnable por sus condiciones orográficas, al que le seguirían los tramos norte y oeste, por este orden, para finalizar su construcción con el lienzo meridional. Por lo tanto, la elección de su trazado quedó subordinada al propio terreno, lo que condicionó el que varios de los arrabales existentes, en torno a sus parroquias, quedaran fuera del recinto.

Siguen el sistema constructivo de alternancia de hiladas de piedras grandes e hiladas de menor tamaño, de granito pardo y gris, bastante bien careados al exterior, cuya unión es a base de ripios, en distinto material pétreo, y mortero de cal.

¿Pero cuando situamos el origen de estas murallas?

No hay constancia documental alguna que hable en concreto de la realización de obras nuevas en los muros, en la primera mitad del siglo XII, si bien ya existía una cerca. El año 1146 aparece suscribiendo un documento, como testigo oficial, un tal Pelayo Montes, portero. Esta alusión a un portero de la ciudad significa que por aquellas fechas Ávila ya tenía muros de protección, pero no necesariamente que tales muros fueran las actuales murallas. La omisión de datos acerca de su construcción en la Crónica de la Repoblación, escrita a mediados del siglo XIII, pero situada en tiempos de Raimundo de Borgoña, es harto significativa. Se trataría de una cerca mucho más modesta, que en parte reutilizaría los restos de defensas anteriores.

El nuevo trazado parece ser levantado entre mediados y finales del siglo XII:

  • – Coincide este periodo constructivo con el momento de máxima tensión tanto en la frontera con el Islam, como con el reino de León (guerra entre la reina Urraca y Alfonso I de Aragón; minoría de edad de Alfonso VII). A su vez, queda constancia de la plena configuración, en esas fechas, del alfoz y obispados abulenses.
  • – Otro dato concluyente es la relación de la muralla con la construcción de la cabecera de la Catedral, con el consiguiente rompimiento de la primera.
  • – El hecho de que el antiguo Palacio Episcopal o Episcopio, se adose intramuros, aporta una fecha previa al siglo XIII, para la terminación de la parte baja de los lienzos del flanco oriental.
  • – Desde el punto de vista constructivo, el empleo de la sillería de granito caleño (granito cementado alterado con sílice, procedente en su mayor parte de las canteras de La Colilla) en las puertas medievales, característica del románico abulense y que deja de utilizarse hacia el 1200, aboga por su edificación en el siglo XII.
  • • Las dos puertas principales, la del Alcázar y la de San Vicente, presentan torres a ambos lados, unidas por un adarve volado, y espacio abovedado entre ellas.
  • • Siguiendo en el lienzo oriental, la Puerta del Obispo, hoy desaparecida, fue abierta junto al cimorro, siendo conocida tanto por planos (Alonso de Segura 1609), como por elementos artísticos (predela del altar de San Segundo, en la capilla de su mismo nombre, realizada en 1548 por Isidro de Villoldo).
  • «>Predela Altar de San Segundo «>Plano Alonso de Segura (1609). Fuente: Gutiérrez Robledo, J. L.
    Predela Altar de San Segundo Plano Alonso de Segura (1609). Fuente: Gutiérrez Robledo, J. L.
  • • Ya en el lienzo septentrional se encuentran otros dos vanos de comunicación, la Puerta del Mariscal o de San Martín, con arco apuntado u ojival; y la Puerta del Carmen, muy transformada. Sobre su original estructura, y en la plataforma del cubo 28, embutido en la actual torre cuadrangular del siglo XVI, aún se puede observar la planta semicircular (hueco al interior/cuerpo de guardia). En realidad, corresponde al proceso inverso al acaecido en la Puerta de San Vicente donde un cubo de planta rectilínea es rodeado por el actual semicircular.
  • La Puerta del Puente o de San Segundo, también flanqueada por torreones, pero en este caso sin el puente o adarve volado que los una. La fábrica original en granito caleño se encuentra enmascarada por un forro de sillería de granito gris, añadido en el siglo XVI.
  • La Puerta de la Santa o de Montenegro, en el lienzo meridional, el último en construirse, con torres cuadradas y ladronera sobre el vano de reformas ejecutadas en el siglo XVI, conserva parte de la sillería original de tradición románica en el intradós del arco y el rehecho lienzo interno.
  • • En este mismo flanco, la Puerta del Rastro o del Grajal, con torres cuadrangulares y galería con arco escarzano del inicio de la edad moderna, reutiliza diversos materiales constructivos, entre ellos el citado granito caleño y la denominada piedra “roja sangrante” (granito cementado y silicificado con óxido de hierro).

En esta ocasión, si existen datos documentales haciendo referencia a la construcción o existencia de la nueva cerca:

  • • En 1193, entre otras concesiones, Alfonso VIII exime a los caballeros de la ciudad de Ávila del pago del quinto del botín, con tal que lo apliquen a la “fortaleza y a las torres fortísimas” que se están construyendo “para defenderse de las incursiones de los enemigos”. Posteriormente, ya en 1205, ese privilegio sería renovado por el mismo monarca, pero sin hacer alusión alguna a las murallas, de donde se adivina que su construcción finalizaría a finales del siglo XII.
  • • En 1197, un documento catedralicio cita la Puerta de Grajal (actualmente conocida como Puerta del Rastro). Según el dato, la cerca tendría completo todo su perímetro en los años finales del siglo XII, ya que fue el lienzo meridional, donde se abre este acceso, el último en ejecutarse según el orden de construcción.
  • • No deben de olvidarse las alusiones a la muralla, inscritas en la Crónica de la Población de Ávila de mediados del siglo XIII, donde se hace referencia (1264) a obras de reparación, o adición de innovaciones defensivas, mediante concesiones realizadas al Concejo por parte de Alfonso X el Sabio.

Las aportaciones arqueológicas, interesantes y cada vez más numerosas, se han visto coartadas por el hecho de que en buena parte de su recorrido la muralla se asienta sobre afloramientos rocosos, los cuales aparecen en superficie y en ocasiones sobre el nivel de calle, lo que ha supuesto la ausencia de estratigrafía asociada. No obstante, en todo el tramo oriental se han identificado niveles que demostrarían, a partir de una ocupación previa, un primer nivel de construcción de la muralla que se encuadraría en el siglo XII.

Reparaciones en Las Murallas

Apenas contamos con documentos que nos informen sobre reformas o reparaciones de la cerca en época Medieval, aunque, solo por el mero hecho de tratarse de un edificio con clara función militar, estaría condicionada a un mantenimiento y reparaciones continuas, que la actualizasen para su uso.

  • • 1264. Disposición de Alfonso X para que dos hombres buenos recauden cada año las caloñas y las “metan en labrar los muros y puertas”.
  • • 1444. Durante los conflictos civiles del reinado de Juan II, el obispo de Ávila (López de Barrientos) recibe el encargo de actuar en los muros de la ciudad para “fortalecella mexor y dejalla con muy buena defensa, lo ucal hizo con mucho cuidado”.

El avance y mejora de las técnicas ofensivas de los siglos XII y XIII (técnicas de asalto y de minado, lanzamiento de proyectiles), obligan a equipar las fortificaciones medievales con nuevos elementos defensivos (foso y contrafoso, puentes levadizos dotados de cadenas, matacanes, barbacana o antemuralla…). Avanzando en el tiempo, y con la difusión del uso de la artillería en el siglo XV, la incorporación de los adelantos defensivos proporcionarán una mayor eficacia militar a la cerca.

Por otra parte, las reformas y reparaciones en las partes altas del recinto serían continuas, debido al deterioro de las mismas.

Entre esos complementos o añadidos con fines defensivos, podemos citar el recrecido de los lienzos del flanco oriental (visible en los cubos 1-8 –zona jardín de San Vicente-), hasta igualarse con la altura de los cubos, con el consiguiente cegado de las escaleras.

«>Lienzo Oriental con adarves primitivos y recrecidos. Fuente: Feduchi, P.

Lienzo Oriental con adarves primitivos y recrecidos. Fuente: Feduchi, P.

Pero la reforma con fines defensivos más ostentosa fue la que afectó al Cubo 1 (Cabecera de la Catedral), denominado Cimorro. En la segunda mitad del siglo XV, la cabecera fue forrada con un triple adarve almenado y matacán corrido.

«>Cimorro (actual Cubo 1)

Cimorro (actual Cubo 1)

Construcciones Adosadas

Aparte de la existencia de alguna casona o edificio nobiliario adosado al interior de los muros, a pesar de la expresa prohibición de la Corona, debemos añadir algún templo románico, como es el caso de la Iglesia de San Silvestre, junto a la Puerta del Carmen, intramuros, y que a partir de 1378, pasó a se Convento de Carmelitas. Tras la Desamortización pasó a ser Cárcel, convirtiéndose recientemente, desde 1999, en sede del Archivo Histórico Provincial. El emplazamiento de la mayor parte de estos templos, situados extramuros, estuvo relacionado con la ubicación de las Puertas de la Muralla (Iglesia de San Isidoro, Iglesia de La Magdalena, Iglesia de San Segundo…)

Pero sin duda, en estos siglos medievales, los edificios adosados o interrelacionados con las murallas de mayor interés, son el Alcázar, la Catedral y el Episcopio.

Alcázar Medieval

Los restos pertenecientes a esta antigua fortaleza han desaparecido prácticamente en su totalidad, exceptuando algunos elementos integrados en la muralla, así como las evidencias arqueológicas, que están esperando a ver la luz, bajo el suelo de la actual Plaza de Adolfo Suárez. Hasta ahora, la investigación de los arqueólogos ha podido ofrecer algún testimonio de lo que fue el solar intramuros ocupado por este fortín medieval:

  • • Excavación parcial de una estructura negativa, posiblemente utilizada como barrero en los momentos de la construcción de la cerca Medieval.
  • • Superficie ocupada con manchas residuales de barro y cenizas, procedentes en ambos casos de combustiones intencionadas. Destaca entre todas ellas los restos de una pequeña estructura de combustión (pequeño hogar o lumbre), amortizada con cenizas y restos cerámicos, cuya tipología está contrastada a lo largo de los siglos XIII y XIV, como testigos de las actividades desempeñadas en esta superficie.

«>Intervención Arqueológica: nivel de ocupación Medieval con restos de combustión (lumbres, pequeños hogares)

Intervención Arqueológica: nivel de ocupación Medieval con restos de combustión (lumbres, pequeños hogares)

  • • Parte de un paramento (arrasado y cortado por zanjas de cimentación de época contemporánea), que se adosaría al lienzo meridional de la muralla.

«>Intervención Arqueológica: restos de paramento

Intervención Arqueológica: restos de paramento

  • • Pavimentos de barro apisonado y tamizado, con sus respectivas soleras, que han aportado material de cronología Bajomedieval.

«>Intervención Arqueológica: pavimentos de barro apisonado

Intervención Arqueológica: pavimentos de barro apisonado

Buena parte de la información que poseemos procede de la base documental: las defensas del Alcázar, en aquellos momentos el principal baluarte defensivo de la ciudad, comprendía la zona de las murallas que partiendo desde el torreón del Polvorín (actual cubo 78), incluía las defensas catedralicias, englobando las torres que flanquean la portada occidental del templo.

Cronológicamente, el Alcázar hace aparición en textos fechados en el siglo XIV, concretamente del Becerro de las Visitaciones (Se empieza a redactar en 1303): “El Alcázar abulense se situaba en el ángulo Sureste de la muralla y de él formaban parte la torre de la Espina y la del Homenaje”.

De las obras en el Alcázar Medieval, conocemos que en 1291 Sancho IV ordena “que las entregas de los cristianos, judíos y moros de la ciudad abulense, que recaudaba Sancho Galíndez, se entregaran a Esteban Pérez, a maestre Alí y a Ocimi, sus hombres para la labor que se hacía en el alcázar real de Ávila”.

Sobre su existencia en los siglos XV-XVII, es fiel reflejo la documentación que aborda el estado de ruina y las consiguientes reformas llevadas a cabo. A partir del siglo XVIII, y tras profundas transformaciones, se convierte en Cuartel.

Cabecera Catedral

La primera Catedral (la documentada hacia 1140), y por lo tanto la primera cabecera del templo mayor de la ciudad, estaría dentro de los muros de cronología Altomedieval. Su ampliación (a partir de mediados del siglo XII), supuso la apertura de las murallas. Siguiendo el ritmo de los torreones, así como el meridaje de los lienzos situados entre estos, se puede suponer la existencia de un cubo, en el espacio que actualmente ocupa el Presbiterio de la Capilla Mayor. Posteriormente esa cabecera sobrepasó los límites de esos muros, produciéndose una adaptación entre muros y cabecera. Esta, quizás protegida por una barbacana, fue pronto completada con cimorro (actual cubo 1), un primer forro defensivo que podría fecharse a mediados del siglo XIII. Sobre él y los absidiolos externos correría el adarve de la muralla. Ese forro, durante la segunda mitad del siglo XV, se reforzaría con un triple adarve almenado.

«>Catedral integrada en los lienzos de la muralla «>Planta actual e hipotético trazado de la muralla. Fuente: Isidoro González-Adalid Cabezas
Catedral integrada en los lienzos de la muralla Planta actual e hipotético trazado de la muralla. Fuente: Isidoro González-Adalid Cabezas

Palacio Episcopal

Situado intramuros, y a continuación del Postigo del Obispo (en la actualidad de la Puerta del Peso de la Harina, abierta en el siglo XVI), encontramos la primera mención al uso del Episcopio o Palatio domini episcopi en el año 1220. Su estructura se adapta al recrecimiento del adarve, por lo que podemos situar su edificación a finales del siglo XII-principios del XIII.

Se trata de una estancia, dividida en dos alturas, la inferior abovedada. Su uso, no religioso, estuvo destinado al servicio del prelado y sus clérigos. En su construcción tiene muchas concordancias, sobre todo en cuanto a los materiales constructivos, con la propia Catedral: uso de la denominada piedra «roja sangrante», al igual que en la girola del templo; semejanza en los vanos con los utilizados en la antigua tribuna alta, sobre el presbiterio de la Capilla Mayor.

«>Episcopio, antes de la reciente restauración

Episcopio, antes de la reciente restauración