Santiago Apostol


 

QUIÉN FUE SANTIAGO
Apóstol Santiago / @ Xosé CastroApóstol Santiago / @ Xosé Castro

En la Biblia se alude habitualmente a él bajo el nombre de Jacobo, término que pasó al latín como Iacobus y derivó en nombres como Iago, Tiago y Santiago (sanctus Iacobus). Santiago de Zebedeo o Santiago el Mayor fue uno de los primeros discípulos en derramar su sangre y morir por Jesús. Miembro de una familia de pescadores, hermano de Juan Evangelista -ambos apodados Boanerges (‘Hijos del Trueno’), por sus temperamentos impulsivos- y uno de los tres discípulos más cercano a Jesucristo, El apóstol Santiago no solo estuvo presente en dos de los momentos más importantes  «la transfiguración en el monte Tabor y la oración en el huerto de los Olivos», sino que también formó parte del grupo restringido que fue testigo de su último milagro, su aparición ya resucitado a orillas del lago de Tiberíades. Tras la muerte de Cristo, Santiago, apasionado e impetuoso, formó parte del grupo inicial de la Iglesia primitiva de Jerusalén y, en su labor evangelizadora, se le adjudicó, según las tradiciones medievales, el territorio peninsular español, concretamente la región del noroeste, conocida entonces como Gallaecia. Algunas teorías apuntan a que el actual patrón de España llegó a las tierras del norte por la deshabitada costa de Portugal. Otras, sin embargo, dibujan su camino por el valle del Ebro y la vía romana cantábrica e incluso las hay que aseguran que Santiago llegó a la Península por la actual Cartagena, desde donde enfiló su viaje hasta la esquina occidental del mapa.

Tras reclutar a los siete varones apostólicos, que fueron ordenados obispos en Roma por san Pedro y recibieron la misión de evangelizar en Hispania,     La Virgen se hace presente sobre un pilar de Zaragoza frente al apóstol Santiago y los siete varones, episodio hoy venerado en la basílica de Nuestra Señora del Pilar.

Santiago, Primer Apóstol Mártir

Después de evangelizar España  el apóstol Santiago regresó a Jerusalén, según los textos apócrifos. Allí fue torturado y decapitado en el año 42 por orden de Herodes Agripa I, rey de Judea.   , . Sus discípulos recobraron su cuerpo y lo trasladaron a Galicia, en una barca 

Descubrimiento de la tumba del Apóstol

La tumba de Santiago Apóstol fue olvidada por mas de 800 años. Bajo el reinado de Alfonso II (789-842), un ermitaño llamado Pelagio vió que el campo donde yacía la tumba escondida se llenó de una luz brillante y desde entonces se le conoce como «Compostela» (Campo de Estrellas).

El hallazgo de la tumba ocurre en un momento providencial. Los cristianos se encontraban abatidos bajo el imperio del Islam y la fe cristiana corría el peligro de ser erradicada. La lucha por la reconquista duró hasta el año 1492.  Ese largo período de tiempo forzó a los cristianos a una guerra de supervivencia en la que se apoyaban del auxilio del Apóstol y de la Virgen Santísima.

El obispo de Iria Flavia, Theodomir, después de investigaciones declaró que eran verdaderamente los restos y la tumba del Apóstol Santiago. El Santo Padre, León XIII, en 1884, en forma de Bula Papal confirmó que los restos en Santiago de Compostela pertenecían a Santiago Apóstol.
.  Durante la Reconquista  las tropas Cristianas tenían al Apóstol como patrón.
.   Santiago sigue siendo el protector y guía de los Cristianos en la batalla actual por la fe.

En la edad media, todos los caminos conducían a Santiago de Compostela.   Jerusalén había sido conquistada por los moros y los cristianos no podían peregrinar allí.  Quedaban como principales lugares de peregrinación Roma y Santiago de Compostela, la cuidad, localizada en el extremo noroeste de España, y por lo tanto de Europa.

Todos los países Europeos tenían sus lugares santos, pero en Santiago, el peregrinaje llegaba a un punto culmen. Hasta la palabra peregrinación la asociaban con la cuidad de Santiago. Muchos peregrinos caminaban hacía la tumba de Santiago. La ruta a Santiago se hizo tan famosa que los pueblos y monasterios del camino adquirieron notoriedad.

Como muchas personas llegaban desde todas  partes de Europa, no existía un camino exacto.. En Francia habían cuatro lugares que se designaban como el comienzo del camino hacía Santiago de Compostela. En España, estos caminos confluían en dos principales caminos, el Camino Aragonés y el Camino Francés, siendo este último el mas famoso.

El Camino Francés sigue el antiguo camino Romano, la Vía Traiana. Hay evidencia de que había una tradición de hacer peregrinación por este camino ya en los tiempos Romanos para llegar 80 kilómetros mas allá de Santiago de Compostela, hasta Finisterre, o el «fin de la tierra», un lugar de muchas connotaciones místicas y mitológicas.

En la actualidad siguen utilizando los caminos miles de peregrinos y, aunque las motivaciones que los mueven son diversas, es impresionante observar la devoción de muchos de ellos.  Los testimonios de conversión y gracia abundan.

Fueron estos siete discípulos, relata la leyenda, los que, tras escaparse aprovechando la oscuridad de la noche, trasladaron el cuerpo del apóstol Santiago en una barca hasta Galicia, adonde arribaron a través del puerto de Iria Flavia (actual Padrón). Los varones depositaron el cuerpo de su maestro en una roca -que fue cediendo y cediendo, hasta convertirse en el Sarcófago Santo- para visitar a la reina Lupa, que entonces dominaba desde su castillo las tierras donde ahora se asienta Compostela, y solicitarle a la poderosa monarca pagana tierras para sepultar a Santiago. La reina acusó a los recién llegados de pecar de soberbia y los envió a la corte del vecino rey Duyos, enemigo del cristianismo, que acabó encerrándolos. Según la tradición, un ángel -en otros relatos, un resplandor luminoso y estrellado- liberó a los siete hombres de su cautiverio y, en su huida, un nuevo milagro acabó con la vida de los soldados que corrían tras ellos al cruzar un puente. Pero no fue el único contratiempo con el que se toparon los varones. Los bueyes que les facilitó la reina para guiar el carro que transportaría el cuerpo de Santiago a Compostela resultaron ser toros salvajes que, sin embargo, también milagrosamente, fueron amansándose solos a lo largo del camino. Lupa, atónita ante tales episodios, se rindió a los varones y se convirtió al cristianismo, mandó derribar todos los lugares de culto celta y cedió su palacio particular para enterrar al Apóstol. Hoy se erige en su lugar la catedral de Santiago

Una vez descubiertas y honradas con un templo cristiano, las reliquias no pararon quietas mucho tiempo. Según la tradición oral, en el siglo XVI tuvieron que ser escondidas para evitar la profanación de los piratas que amenazaron la ciudad compostelanatras desembarcar en el puerto de A Coruña (mayo de 1589). Las excavaciones llevadas a cabo a finales del siglo XIX, al perderse la pista de los restos de Santiago, revelaron la existencia de un escondite -dentro del ábside, detrás del altar principal, pero fuera del edículo que habían construido los discípulos- de 99 centímetros de largo y 30 de ancho, donde se ocultaron, y se perdieron, durante años, los huesos del Apóstol. En 1884 el papa León XIII reconoció oficialmente este segundo hallazgo en una pequeña iglesia dr una nave Tras los reinados de Ramiro I y Ordoño I, el rey Alfonso III durante el episcopado de Sisnando I, derribó la primitiva iglesia y mandó erigir otra más grande y suntuosa, de tres naves, en piedra tallada y con columnas y pisos de mármol, cuyas
Basílica Alfonso III alzado
obras se iniciaron en el 872 y fueron consagradas en el 899. Después Sisnando II, ante los sucesivos ataques refuerza con mayor solidez la primitiva cerca del Locus. Este será el conjunto arquitectónico que destruirá Almanzor en el 997. Las dos basílicas asturianas, muy distintas en dimensiones e inversión de materiales, tienen un punto en común: conservar el Edículo sepulcral romano en la cabecera. Ambas nacen para custodiar el sepulcro jacobeo       Covadonga

Santiago ya era motivo de culto en el norte de España La  batalla de Clavijo, supuestamente librada en el 844 durante el reinado de Ramiro I,
Nueva imagen Fue Ramiro II, rey de Castilla y León, quien con una peregrinación a Compostela invocó la protección del Apóstol, otorgando el voto a Santiago tras la batalla de Simancas en el 939, en que Ramiro II, asistido de sus condes Fernán González y Assur Fernández, logró una sólida victoria sobre las tropas de Abderramán III. Santiago se convierte en emblema y arenga para las tropas, de modo aislado y 

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poco resolutivo dentro de este extenso proceso de siglos, en donde ni siquiera es el único que ostenta el pedigrí de matamoros; el reino de León invoca a Isidoro de Sevilla (enterrado en León) y le hacen cabalgar junto a los cristianos del reino leonés, mientras los castellanos invocan y hacen otro tanto con San MillánSan Millán de la Cogolla, según tradición cluniacense anterior al descubrimiento del sepulcro, y cada ejército tiene su patrono al que rinde tributo en forma de Voto, con litigios que fueron dirimidos en los altos tribunales, y Santiago llega solo a imponerse a finales del siglo XIV, con la Reconquista ya muy avanzada que da pie a una España Imperial . Incluso aún en el siglo XVII, San Millán vuelve a ser proclamado Patrón de Castilla, y copatrono de España.

          Para Sánchez Albornoz la Reconquista no tuvo nada de guerra santa, por cuanto no obedecía al cumplimiento de un precepto al modo que proponía el Islam, ni se entendía como forma de muerte martirial. Tampoco puede entenderse como una cruzada porque no se llevó a cabo con motivaciones religiosas como la recuperación de focos de valor religioso, ni la extensión de un credo. Aunque la Reconquista se inicia en comunidades periféricas del reino visigodo de Toledo (astures, cántabros…), con tradicional resistencia a ser subyugados, en los territorios hispanos del norte se fusiona con los intereses de los godos fugitivos de la batalla de Guadalete (711) ante las Tariq y Guadaletetropas bereberes del norte de África que atravesaron Gibraltar al mando de Tariq y Muza, por mediación del Conde don Julián ante el conflicto dinástico por la corona de Witiza. La ayuda se convierte en invasión, y en solo cuatro años, sin resistencia, por capitulaciones pacíficas, transacciones y pactos amistosos, y solo a veces por fuerza militar, se apoderan de casi toda la península. Don Pelayo será el artífice de la fusión de la rebeldía de los pueblos del norte con la motivación patriótica de los visigodos fugitivos y aglutina unDon_Pelayo - copiaúnico movimiento que, quizás a partir de sentimientos diversos, finalmente se agrupan en un frente común. Así desde la fundación de Oviedo en el siglo VIII la Reconquista tiene como objetivos identificables en las crónicas, la expulsión de los musulmanes como usurpadores de lo visigodo, y la restauración del reino visigodo, que ya había logrado la deseada unidad territorial entre 476 y 711. La intacta identidad visigótica reinició pronto un proceso de reinstauración, y no por motivación doctrinal sino patriótica. Así las cosas, es inconsistente pensar que más de un siglo después de su inicio, se recurriera a la farsa de un sepulcro espectacular para incentivar la Reconquista.

          El oportunismo eclesiástico tiene menos fundamento aún, porque la Tradición Jacobea, en contra de lo que suele oírse, no fue creada por la Iglesia a su medida, sino que fue la primera en adoptar una actitud crítica, y Roma ignoró mucho tiempo a Compostela. A finales del siglo X la iglesia hispano-visigoda, considerada ruda e ignorante, tenía escaso prestigio en Roma, en contraste con la celebridad de Santiago, citada en las crónicas musulmanas como el más importante santuario cristiano de Hispania, al que peregrinaban desde todas partes de Europa, incluso de Roma. Aquí inicia una rivalidad latente entre Santiago y Roma que tomará su primer cauce ejecutivo en la iniciativa romana de abolir el rito visigótico y sustituirlo por el romano. A mediados del siglo XI Roma ve con preocupación la creciente preponderancia queTorres do Oeste alcanza en todo el orbe cristiano la iglesia de Santiago, y el obispo iriense Cresconio (1037-1066) despierta honda inquietud en la sede de Pedro, por ocuparse más de armas y milicias que de cuestiones pastorales, por el alto señorío sobre otros obispados hispanos con poder cedido por los reyes y prestigio bélico recogido en las crónicas, y sobretodo por nominarse episcopis lriensi apostolicae sedis. Aderezado todo esto con incidentes que se entienden como gestos de insumisión hacia legados enviados por Roma en cuestiones de protocolo de recepción, así como algunas declaraciones que sonaron disidentes, la suspicacia se convirtió en acusación de arrogancia y soberbia, y ante el riesgo de un cisma eclesiástico, León IX, en el Concilio de Reims de 1049, excomulga a Cresconio por adjudicarse el título de obispo de la sede apostólica, que se entiende desde Roma como una desmedida ambición de la primacía de la Iglesia Hispana y un trato igualatoria hacia Roma. A la par que la excomunión, se dictan varios cánones que afectaban a la vieja iglesia hispana, en particular a la de “Gallaecia”.

          Pero si son infundadas las argumentaciones de oportunismo, el discurso deja huella y en relación a Santiago y los críticos toman partido anti-jacobeo, y se llega a cuestionar la historicidad de Teodomiro al que se llega a considerar un personaje ficticio para la ocasión, y se niega la existencia precedente de Compostela, que se considera una ciudad creada en el siglo IX para “situar” en ella un sepulcro inventado, y se desata el innecesario dilema de si Compostela es o no un montaje al servicio de intereses militares y eclesiásticos.

  Voto        Es cierto, y debe señalarse, que Santiago es manejado con diversas intenciones muy dirigidas, lo que puede sugerir ser un montaje en el que muchos obtienen tajada: los militares consiguen entrega en la lucha; los reyes y políticos ganan terrenos conquistados; los monjes logran promoción del peregrinaje que eleve las donaciones y privilegios; los prelados alcanzan beneficios fiscales y favores económicos; la Iglesia adquiere captación de devotos y una digna alternativa a Tierra Santa

 

 

ANTONIO MACHADO


MONSERRAT CABALLET